martes, 22 de enero de 2008

Desapego

Tres en veintisiete horas llegaron a La Quiaca. Directo a Yavi, el efecto esfumado no había llegado y sólo un fuerte dolor en la cabeza era lo que me estaba matando... un fríooo... pero dejé que naturalmente se me vaya... no tomé nada...
Josefina y su negocio para no olvidar.
De vuelta a La Quiaca, sólo nos esperaba una señora para no saber indicar dónde quedaba Paraguay... la avenida.
Tal fue la confusión, que las tres chicas paradas quedaron esperando respuesta de la señora cuyo nombre lastimosamente no sabemos, dio media vuelta bruscamente dejando un gran no entiendo nada en las caras de estas pobres geográficamente desubicadas.
Cruzar a Bolivia fue un paseo, y volver a La Quiaca un flay.
Ahí empezó todo... ruta 9 abajo... sin ruta 40... etc.etc.
Humahuaca, Tilcara, una vista fugaz por Maimará... me quedé sin Iruya... quedamos en Purmamarca... De ahí a Salta, Cachi, Cafayate, Salta de nuevo...
Más allá de los lugares, la gente... sería interminable nombrar a la gente que realmente no me gustaría olvidar... como Josefina, Kento, que nos malcrió durante la estadía en Humahuaca, en un lugar tan sencillo que terminó siendo un lujo. Mabel y su marido, Guillermo, que también en Cachi hicieron de una muy buena estadía.
El tema es que mientras pasaban los días, me fui olvidando de las cosas a las que estaba súper atada... el celular, el msn, la tele, todas esas boludeces, sobre todo el celular, que es lo más molesto que se creó en la vida, y que quisiera que se erradicara del mundo así como a las cucarachas. Del olvido del celular, pasé a empezar a olvidar a la gente, perdón pero es así, la gente con la que uno tiene lazos a veces fuertes, a veces destruídos por alguna razón x. Las amarguras con las que creí que iba a cargar cual bolsa de supermercado, se me fueron deslizando por ahí... las fuí dejando en los sueños que tenía de noche... y si algo es cierto, es que de noche mi cerebro funcionaba con todo... pero así es al final, que todos esos deshechos los fui soñando, y descartando.
De a poquito, empecé a ser yo de nuevo, sin apuros, sin tener que hacer cosas para nadie, como cuando detestaba tener que hacer todas esas cosas facultativas que en el último año de furia no era mi intención compartir obligadamente. No tenía el apuro de llegar a ningún trabajo, ni el apuro de volver, ya que también dejé el trabajo... Dejé lo que en un año no me dejaba dejar... dejé a los demás, a lo demás y me encontré conmigo, sin furia, ojo, sólo conmigo dejando todo.
AAHH, qué fácil que sería todo si nunca tuviera que pensar... no sentirme mal por pensar en los demás, y consecuentemente no sentirme herida cuando esa gente a la que uno se siente atada simplemente por cariño, amistad, te lastima. Para qué nos atamos tanto?? o yo al menos.
Serán las montañas... el agua, la lluvia,... los truenos... pero me olvidé... al menos por lindos ratos.
Nos cruzamos con mucha gente, de nuevo, con gente de la cual no te querés despedir, te gustaría seguir en viaje juntos, armar un grupo de mucha gente, y en cada pueblo te pasa lo mismo. No llegás a pedir msn o mail, porque allá te olvidás, y parece supérfluo en esos momentos hablar de mails... y te despedís porque uno sube y el otro baja, te abrazás, quizás pasas un celular, pero no. Ahí se terminó. Por ahí siguen viaje, y por acá también. Pero te abrazás con todo viste... con flor de sonrisa, y muchos buenos deseos. Sabés que es una despedida, para no volverte a ver, quizás nunca.
Seguís la ruta, con ese gusto agridulce de haber conocido esa gente, con la que compartiste muchas cosas, y de pronto nada. Y andá a saber que será de sus vidas después.
Ya al haber cruzado varias de esas personas, aceptás no pedir nada, porque sabés que tenés que disfrutar ese momento, que en horas quizás ya no estemos más.
Ya en los últimos días, muy de reposo, andábamos por Salta, donde era más lindo estar tirado por ahí, un amigo, hippie roñoso, que se bañaba igualmente más seguido que nosotras, Claudio, observándolo, me daba realmente risa verlo sentado en la computadora viendo ppts de meditación y muchas giladas que en ppts realmente no pueden dejar de darte gracia. Después nos daba sermones de cómo dejar limpio el baño ya que eran el reflejo del interior de cada uno, y claro...
Pero el punto es este... a partir de haberle preguntado cuántos tatuajes tenía, (que eran 13), me empezó a contar, de por qué se los había hecho, en un lapso de 5 años... solamente, a partir de sus doce años. Siendo un pibe introvertido, de baja autoestima (que de grande no debería faltarle porque no estaba nada mal), quiso tapar sus complejos con la tinta. Se fue de la casa, por problemas típicos con su padre, y empezó a vivir la vida como pudo... malabares de acá, malabares malabares. Literalmente. Se cansó, por cosas que no vienen al caso, y llegó la artesanía...
La cuestión es que siempre conservó sus clavas alemanas. Dejó los malabares, pero el recuerdo residía ahí.
Un día, a un amigo suyo le afanan tooodo su kit malabar, entre eso sus calvas. Y no podía subsistir con otra cosa ya que era lo único que hacía. No sabía nada de cosas artesanales tampoco... Pero Claudio si.
A Claudio le dolió en el alma, pero le regaló sus estacas (como él le decía a sus clavas) alemanas, que aún hoy las sigue extrañando con todo...
El mismo me dijo, que tuvo que desapegarse de esas cosas, y seguir. Así como hizo con las clavas, hizo con muchas cosas de su vida... Y al final ahí, me di cuenta de todo eso que significa el desapego, de las cosas y de las personas, el no estar apegado a cosas que nos estanquen, ya sea relaciones interpersonales, o mismo, con objetos, que nos recuerden a cosas pasadas, que nos lleven constantemente a un pasado, quizás doloroso, quizás no.
En Cachi me olvidé una remera, re linda, me sentí mal por dejar algo mío justamente en el lugar donde para mí, la dueña era una bruja. Ya fue. Olvidate!! Qué cosas más tontas!
No sé. De eso vas a encontrar mucho. Yo elijo recordar muchas cosas. De las que no, llegué a casa y tiré todo.
El resto lo tiré allá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

espero que yo no sea de esas personas que dejaste olvidadas en el norte...





te quiero sis! que bueno sentirte bien!

Silvina dijo...

Fe de erratas:

No me la olvidé en Cachi, me la olvidé en Cafayate!!
La bruja no era Mabel, sino Alba.

Horario Medellín dijo...

no hubiese podido describir mejor el viaje como lo acabás de hacer nena... hermoso lo que decís... muy cierto... y para aprender... ese viaje nos dejó cosas que no vamos a olvidar más... y adentro de cada una ganó la batalla la verdadera "yo"... fue genial compartir todo con vos... y con so... no cambiaría por nada la compañía... las quiero mucho...