martes, 29 de enero de 2008

Tengo miedo

De estos horribles relámpagos que hay mientras yo me como una tortilla de papas recién sacada de la heladera, con un rico y refrescante vaso de Coca. Coca es la vecina que me prestó el vaso.
El tema es que cuando iba hacia la cocina, la ventana no tiene ningún tipo de cortinas, y es de vidrio, pero no transparente. Entonces veo toda la luz de los relámpagos mientras ejecuto algún corte de cuchillo, o un pinchazo de tenedor.
Siempre me pasa lo mismo y me da miedo entrar a la cocina por eso también. Porque hasta que la luz se prende relampagueante, está todo oscuro y por ahí se filtra un relámpago en serio.
En el norte peor... tuve que aguantarme varias tormentas eléctricas y bancármela a cielo abierto.
Pero acá estoy, todavía no me morí.
Una vez le dije a mi última psicóloga que lo peor que me podría pasar en la vida sería estar en el medio de una tormenta eléctrica, sola, a cielo abierto y rodeada de cucarachas.
Interesante, no?
Para mi psicóloga sí, por la cara que puso. Pero después nunca más quise hablar del tema.
Mientras tanto yo me estoy por terminar la comida express que salió de mi heladera y recordé que el otro día me puse a añorar ese capítulo tan tierno donde aparecía un personaje re querible por mi hermano y por mi. Olorín. de Ren & Stimpy.
También se me vinieron a la cabeza algunas preguntas típicas de cuando uno tiene mucho tiempo para desgastar pensando.
Pero en este caso, sólo lo desgaste con cosas agradables, y no con personas que quizás de uno jamás se acuerden.
Me preguntaba por qué, en las series de médicos siempre hay algún personaje que ande con bastón, o el médico irónico y malo que por dentro es una ternura.
Obvio que uno va a encontrar muchas similitudes entre series y otras cosas, pero acá lo que nos compete es saber lo del tema de lo médicos y sus bastones, que siempre les falta una de sus piernas, como en Dr. House y ER, o e ER. (según como lo pronuncies quisquilloso).
Sino en Scrubs está ese mala onda, que también es Dr. House. Mirá, me estoy haciendo quilombo.
Me faltaría buscar algo de eso en Grey's Anatomy, pero ahí hay mucha mezcla racial y me confundo los roles. Ja. (Risa para desviar la atención de que me fijé en su mezcla racial y así evadir a la gente que critica todo y cualquier observación).
También me preguntaba por qué las mujeres de Sex & the city, tienen tanta plata, tantos hombres y están tan al pedo y de laburar mucho ni hablar.
Está bien que viven en Nueva York, pero yo no tengo tanto éxito con los hombres. Hasta la más fea tiene más.
Ah ya sé. Porque no soy tan puta.
JAJA perdón. Pero sería muy hipócrita decir que jamás uno pensó eso. Ah, otros empezarían con su clásica discusión:

-Ah pero clarooo, una mujer se acuesta con varios tipos y es una puta, y un tipo hace lo mismo y todos lo aplauden, ja ja ja.

No. La verdad no tengo ganas de escuchar algo así de nuevo. Será verdad, pero con una vez que lo discuta ya está bien. Ahora estoy diciendo nada más la verdad de lo que pienso.
Otra cosa, y la última de mis cuestionamientos televisivos.
Luego de varias charlas entre amigas, hay una cosa que difícilmente podamos llegar a encontrar respuesta.
Algo realmente escabroso. Un mundo de preguntas que el publicista no creo que tampoco pueda responder.

Qué se supone que debo responder a Liz Solari después de esos chasquidos con los deditos????




"Para mi, son como la 'jepicana' de Popeye".

lunes, 28 de enero de 2008

Domingo

Hoy tuve un día muy al pedo.
Me desperté como a las cinco de la tarde, creyendo que sólo habían pasado unos minutos más de reposo cuando a eso de la una había abierto los ojos por primera vez.
Bueno como no tenía nada que hacer (cosa que para mi es algo realmente valioso siendo que los últimos domingos de todo el año pasado y parte del último mes del anterior tuve que trabajar siempre, inclusive los sábados, salvo el último mes quizás que ya ni siquiera aparecía), y me dispuse relajadamente a:
  • ver tele y tomar un desayuno.
Si. Un desayuno a las cinco de la tarde.
Un domingo es el permiso a transformar la merienda en desayuno, la cena en el almuerzo y bueno, así, pero dependiendo hasta la hora que te quedes despierto podés llegar a hacer la cena.
Un domingo es el permiso a no bañarse.
El permiso a ser feliz siendo sucio. Sobre todo en esta capital donde la humedad es compañera de las frentes brillantes y flequillos grasosos.
En el norte por ejemplo parece que vivíamos en un constante domingo, porque la verdad que nunca supe que días eran, y no nos bañábamos muy seguido. Pero además porque allá ni traspirás porque el calor es seco y de noche te cagás de frío y la no humedad te mantiene en perfectas condiciones de poder abrazar a quien se te cruce por el camino.
Un domingo es domingo de people & arts, de Miami Ink y de Dr. House si lo engancho obvio.
Un domingo es sinónimo de hacer nada y eso es lo que estoy haciendo por fin.
Nadie sabe el valor que para mi tiene, y ya describí por qué.
Bueno después de haberme tomado el desayuno a las cinco, no sé qué más hice.
Por eso la anécdota se terminó acá.


Si, las anécdotas de domingo son:

  • de gente que no se bañó.
  • de gente que terminó destruída por la noche anterior de sexo y/o drogas y/o rocanrol. Sí, roncanrol y no rock & roll porque es vocablo de domingo, "fiera".
  • de gente que está deprimida porque la noche anterior no tuvo sexo y/o drogas y/o rock & roll. O bailanta.
  • de gente que se peleó con la novia/o y terminó llorando toda la noche para ser el domingo el día en que quizás aflojen y se llamen al teléfono y moqueen durante una hora luego de reconciliarse. Si. Telefónicamente. Porque la reconciliación un domingo se toma franco y no atiende personalmente.
  • de gente que trabaja. (Por suerte ya no es mi caso).
  • de gente que hizo boludeces como yo.

y creo que nada más.

Ah... ya es lunes y no me dí cuenta.

domingo, 27 de enero de 2008

Los 14 y sus hazañas.

Cerro de los siete colores.
Dicen las malas lenguas que una chica no de clase baja, sino más bien de una comodidad pacata de clase media porteña, quizás alta, se dirigió un día, por qué no decir como visitar un mercado chino de la esquina de tu casa, a conocer el Cerro de los siete (7) colores (pigmentos con diferentes tintes).
Predicando con su palabra las maravillas que había conocido, y maravillada ella también, estupefacta con los sabores de las tierras saladas..?, afirmaba fervorosamente y demás contundencia, la exactitud que hacía al nombre de aquél cerro teñido:
-Ay chicas, no saben lo hermoso que é! Tiene siete (7) colores, SON SIETE (7). Pero posta.
É hermoso.
-Ah, los contaste?
-No.
-...
-Pero son siete! (7).
-...
Toda semejanza con la realidad es pura realidad. Salvo las é con acento y sin s final.

viernes, 25 de enero de 2008

Cuentos de bondi y otras yerbas mate: El celular.

Me subí al 5, sólo casualmente ya que ese o cualquiera me dejaría en la estación de subte Primera Junta, siendo que a mis pagos florecientes todavía no llegó la simpática y antigua línea A.
Me dispongo a sentarme en uno de los asientos del medio, casi fondo. En esos asientos donde quedás más alto porque sentás el culo sobre la rueda y podés mirar desde arriba y controlar la llegada todo pasajero ascendente. Bueno desde arriba es una forma de decir, en mi caso, sólo llego a tener una estatura decente.
Lo bueno de esos asientos es que podés con sólo apoyar la cabeza sobre la ventanilla, o mirar a ella, lo que está haciendo nuestro pasajero de adelante de turno. Y si estás del lado del pasillo, cosa que no me hace los viajes muy agradables que digamos, por esa cosa melancólica de uno de querer mirar por la ventanilla las mismas calles de todos los días, o quizás algún choque para ser más crueles, o cualquier novedad que se presente en la calle tales como: viejos cayéndose en la vereda justo cuando pasas a la misma velocidad con el bondi y lo ves volando por los aires, quizás hasta llegando a registrar las reacciones de los que van caminando atrás, como risas contenidas, opresión en el pecho por recurrir rápidamente a algún tipo de ayuda, lástima, y otra cantidad infinita de sentimientos y pensamientos, que en realidad no es infinita sino que es finita proporcionalmente a la cantidad de personas que ocasionalmente presencien el hecho atroz por cierto.
Bueno si estás del lado del pasillo, la ventaja es que podés huir rápidamente, si el que tenés al lado es un sujeto que duerme tan profundamente que cree ser tu hombro una apacible almohada, o el de al lado comienza a vomitar, o tenés una cucaracha caminando o en el respaldo de el de adelante, ya que si estás del lado de la ventanilla y ves en esa paredcita en la cual uno confianzudamente suele apoyar todo su cuerpo, una hermosa cucaracha marrón, y el bondi está lleno y al lado obviamente hay alguien sentado, no da para que huyas despavorídamente porque no tenés a donde y quedarías como un enfermo mental huyendo así desesperado por viajar parado o directamente bajarte del bondi por semejante descubrimiento.
Volviendo a que sólo viajaba hasta First Joint, una señora de grandes proporciones con remera verde, la cual al principio pensé que era una médica pero no, era sólo una remera verde, con anteojos a lo menemista (según una querida amiga, la gente con gafas o anteojos según te guste llamarlo más que usa los anteojos en su cabeza cuando no los usa en donde se debe), y con su cartera negra sobre sus pronunciadas piernas, saca un celular de su regazo, bah, de la cartera, y se dispone a sacar una mini lapicera rellena de nada, para comenzar a toquetear el teclado inexistente del celular. Era un celular tipo palm, cosa nunca vista por mi burda vida tecnológica.
Ah, eso no fue lo que hizo que me atrajera la atención tanto su objeto, sino el gran deseo que tenía de deshacerse rápidamente de un papel, basura quizás, cual vieja de titanic tirando su joya al mar, así, como si nada, con toda la impunidad del sucio.
Perdón pero me dieron ganas de hacerle tuc tuc en el hombrito gordo y decirle, disculpame, (con cara de que le voy a hacer una pregunta importante a esa mina de la cual no me interesa obtener ninguna información), tanto te cuesta aguantarte el papelito en la mano o más aún, dejarlo en la carterita esa divina que tenés hasta llegar a un lugar donde encuentres un tacho, cesto o camión de la basuraaa????????!!!!!!!!!! gorda inmunda!!! No sé por qué pero no criticaba su gordura si no su inmundez. Y camión de la basura con gorda inmunda quedaron muy bien sucesivamente a mi parecer. Me la podría imaginar conduciendo uno de esos camiones sólo para torturarla.
Bueno no le dije nada, pero me molestó. Mucho.
Fue así que cada cosa de ella me comenzó a fastidiar demasiado. Sus reflejos rubios sobre ese pelo marrón, su cartera, sus anteojos menemistas, su basura, su celular tipo palm.
Tuqui- tuqui-tuqui-tuqui... toqueteaba con su lapicerita tipo palm el celular, y de pronto hablaba con alguien... hola bla bla bla... la verdad no me interesó escuchar su conversación, cosa que usualmente hago. Pero no está tan bueno si no sabés que dice el otro. Tuqui- tuqui-tuqui-tuqui...
Ese "tuqui" ya me estaba volviendo loca. Para qué tanto chirimbolo (palabra odiada por mi) para usar un celular!!! Que lapicerita de acá, tuqui-tuqui de allá... y llamaba a otra persona.
Y yo miraba por el reflejo de la ventanilla viste, se veía re bien. De escuchar bien ni te digo, el tuqui-tuqui te juro era imbancable. Y no sé, le aparecia un teclado ínfimamente pequeño donde hacía tuqui-tuqui x 400 y de pronto había escrito supongo yo, un mensaje de texto.
La odié. La odié con todo mi ser. Sobretodo porque dejaba de hablar, de mandar un mensaje, o de pelotudear, y guardaba su celular previo guardado de su lapicerita tipo palm, y podés creer que no pasaban ni veinte segundos que ya sacaba su celular de nuevo de su cartera la cual había cerrado su cierre, y de nueeevo, abrir cierre, sacar de su bolsita su celular palm, (porque tenía una bolsita), sacar lapicerita, escribir, hacer tuqui-tuqui, y toda la parafernalia de volver a guardarlo para así, sacarlo y ponerlo como diez veces en un viaje, que para mí, no excedían los diez minutos a esas horas de la tarde. Como las seis y cuarto. Llegaba tarde al encuentro de mis amigos.
Me levanto, voy a la puerta, toco timbre, me doy vuelta.
Miro a la señora de anteojos menemistas y súper palm motorizada (?) y observo sus asquerosos pies en sandalias. La miro a los ojos. Qué asco, pensé.
Chau me bajé por fin. No soportaba más el tuqui-tuqui. No soporto los celulares. No soporto atender. No soporto apretar las teclas y ver que no se arman las palabras que quiero, me molesta corregirlas, me molesta me molesta.
Por cierto, qué chistes boludos que cuenta el INFOTRANS!!

jueves, 24 de enero de 2008

Será un sueño más?

Hoy me encontré sabiendo que me encontré con esa persona donde estábamos miles reunidos y que quizás ya no encontraría de nuevo. Esa persona que encuentro en mis sueños.
De un día al otro el desencuentro es el factor común entre ambos y el triste lazo que nos desune. Por qué?
Qué se yo? A mi no me pregunten. Debe ser esa idealización constante que se transforma en un sueño despierto más que usual en esta cabeza...
Para mi es blanco o negro... no hay matices... Para otros veo que directamente no hay opción.
Y así me hundo en la decepción y la tristeza... Ofa!! (ufa mayor).
Por qué proyectar tanto Silvina!! Y por qué esperar tanto! Si hubiera sabido que no era para mi esa opción inventada, habría dejado de soñar hace mucho tiempo.
Lo peor? Que no la dejo de descartar.
Llamenmé estúpidamente perseverante, yo creo que sólo soy cobarde!!
Tengo que desapegarme y renunciar a esto que creo amor también? No quiero no quieroo nooo
Que se transforme esa idilia de mis sueños en algo realidad... quiero quiero quiero!!!

"Para la gentucha como vos es más fácil angustiarte con la lejanía de un beso que con la cercanía de una negativa." Decía por ahí el viejito que indirectamente también me dió un bastonacito en la nuca...

A ver si me da valentía... esa persona no está muy lejos. Quizás algún día valga su nombre escrito, quizás no.
Como dije antes intenté renunciar también a eso... pero bueno, creo que tendrá que ser después de salir de la comodidad de esta cobardía dejando de añorar el beso por el cual nunca me esforzé. Y después sabrán!




Tantos desencuentros... que mejor me voy... al reencuentro con mis amigos.

miércoles, 23 de enero de 2008

Renuncié

Y no puedo agradecer más que a mi impulsividad de vez en cuando, por haberla utilizado tan inteligentemente esta vez.
Impulsividad que a veces es odiosa, pero no. Gracias, gracias, en mi caso debo sólo agradecerte.
En algunas personas te movés asquerosamente maltratando al primero que te cruzás, y si es alguien a quien querés, mejor para vos.
No digo que no me haya pasado, sino que me hice amiga tuya para saber cuando usarte. Y en este caso fuiste la mejor.
Renuncié en el mejor momento. Me fuí y volví sin la necesidad de volver a él. Donde estaba lleno de ruidos, moscas, olor, polvo, poxyran. Y no era ni una verdulería ni una obra en construcción.
Bueno, lo último sí lo era. Pero yo era telemarketer viste.
Nada que ver con el poxy. O si. Uno a veces tiene que volar para ir hasta allá. Quizás porque no llegás a tiempo. Quizás volar para que se te pase menos insoportable el tiempo.
Pero renuncié. Qué más explicaciones?. Renuncié a las careteadas diarias. A la gente hipócrita que no sé si llegaba hasta ser la misma cantidad de la gente que me llevo de ahí.
Al trabajo mentiroso. A eso renuncié.
Pobres aquellos que viven con esa mentira! Una lástima.
Pero yo renuncié.
Volví y no sólo renuncié a eso. Fueron otras cosas también.
A lo que no puedo renunciar es a pensar. A recordar.


Me fuí pensando en renunciar también a pensar y recordar, no?
La primer noche soñé y soñé. La segunda también, y así las primeras noches.
De la segunda en adelante, me olvidé.
De la primera no.
Después se enojan porque uno no dió señales de vida.
AAHH..., si supieras que soñé toda esa noche con vos, y me había prometido olvidarte y no me salió. En todo mi viaje.




Si, renuncié a seguir perdiendo el tiempo.

martes, 22 de enero de 2008

Desapego

Tres en veintisiete horas llegaron a La Quiaca. Directo a Yavi, el efecto esfumado no había llegado y sólo un fuerte dolor en la cabeza era lo que me estaba matando... un fríooo... pero dejé que naturalmente se me vaya... no tomé nada...
Josefina y su negocio para no olvidar.
De vuelta a La Quiaca, sólo nos esperaba una señora para no saber indicar dónde quedaba Paraguay... la avenida.
Tal fue la confusión, que las tres chicas paradas quedaron esperando respuesta de la señora cuyo nombre lastimosamente no sabemos, dio media vuelta bruscamente dejando un gran no entiendo nada en las caras de estas pobres geográficamente desubicadas.
Cruzar a Bolivia fue un paseo, y volver a La Quiaca un flay.
Ahí empezó todo... ruta 9 abajo... sin ruta 40... etc.etc.
Humahuaca, Tilcara, una vista fugaz por Maimará... me quedé sin Iruya... quedamos en Purmamarca... De ahí a Salta, Cachi, Cafayate, Salta de nuevo...
Más allá de los lugares, la gente... sería interminable nombrar a la gente que realmente no me gustaría olvidar... como Josefina, Kento, que nos malcrió durante la estadía en Humahuaca, en un lugar tan sencillo que terminó siendo un lujo. Mabel y su marido, Guillermo, que también en Cachi hicieron de una muy buena estadía.
El tema es que mientras pasaban los días, me fui olvidando de las cosas a las que estaba súper atada... el celular, el msn, la tele, todas esas boludeces, sobre todo el celular, que es lo más molesto que se creó en la vida, y que quisiera que se erradicara del mundo así como a las cucarachas. Del olvido del celular, pasé a empezar a olvidar a la gente, perdón pero es así, la gente con la que uno tiene lazos a veces fuertes, a veces destruídos por alguna razón x. Las amarguras con las que creí que iba a cargar cual bolsa de supermercado, se me fueron deslizando por ahí... las fuí dejando en los sueños que tenía de noche... y si algo es cierto, es que de noche mi cerebro funcionaba con todo... pero así es al final, que todos esos deshechos los fui soñando, y descartando.
De a poquito, empecé a ser yo de nuevo, sin apuros, sin tener que hacer cosas para nadie, como cuando detestaba tener que hacer todas esas cosas facultativas que en el último año de furia no era mi intención compartir obligadamente. No tenía el apuro de llegar a ningún trabajo, ni el apuro de volver, ya que también dejé el trabajo... Dejé lo que en un año no me dejaba dejar... dejé a los demás, a lo demás y me encontré conmigo, sin furia, ojo, sólo conmigo dejando todo.
AAHH, qué fácil que sería todo si nunca tuviera que pensar... no sentirme mal por pensar en los demás, y consecuentemente no sentirme herida cuando esa gente a la que uno se siente atada simplemente por cariño, amistad, te lastima. Para qué nos atamos tanto?? o yo al menos.
Serán las montañas... el agua, la lluvia,... los truenos... pero me olvidé... al menos por lindos ratos.
Nos cruzamos con mucha gente, de nuevo, con gente de la cual no te querés despedir, te gustaría seguir en viaje juntos, armar un grupo de mucha gente, y en cada pueblo te pasa lo mismo. No llegás a pedir msn o mail, porque allá te olvidás, y parece supérfluo en esos momentos hablar de mails... y te despedís porque uno sube y el otro baja, te abrazás, quizás pasas un celular, pero no. Ahí se terminó. Por ahí siguen viaje, y por acá también. Pero te abrazás con todo viste... con flor de sonrisa, y muchos buenos deseos. Sabés que es una despedida, para no volverte a ver, quizás nunca.
Seguís la ruta, con ese gusto agridulce de haber conocido esa gente, con la que compartiste muchas cosas, y de pronto nada. Y andá a saber que será de sus vidas después.
Ya al haber cruzado varias de esas personas, aceptás no pedir nada, porque sabés que tenés que disfrutar ese momento, que en horas quizás ya no estemos más.
Ya en los últimos días, muy de reposo, andábamos por Salta, donde era más lindo estar tirado por ahí, un amigo, hippie roñoso, que se bañaba igualmente más seguido que nosotras, Claudio, observándolo, me daba realmente risa verlo sentado en la computadora viendo ppts de meditación y muchas giladas que en ppts realmente no pueden dejar de darte gracia. Después nos daba sermones de cómo dejar limpio el baño ya que eran el reflejo del interior de cada uno, y claro...
Pero el punto es este... a partir de haberle preguntado cuántos tatuajes tenía, (que eran 13), me empezó a contar, de por qué se los había hecho, en un lapso de 5 años... solamente, a partir de sus doce años. Siendo un pibe introvertido, de baja autoestima (que de grande no debería faltarle porque no estaba nada mal), quiso tapar sus complejos con la tinta. Se fue de la casa, por problemas típicos con su padre, y empezó a vivir la vida como pudo... malabares de acá, malabares malabares. Literalmente. Se cansó, por cosas que no vienen al caso, y llegó la artesanía...
La cuestión es que siempre conservó sus clavas alemanas. Dejó los malabares, pero el recuerdo residía ahí.
Un día, a un amigo suyo le afanan tooodo su kit malabar, entre eso sus calvas. Y no podía subsistir con otra cosa ya que era lo único que hacía. No sabía nada de cosas artesanales tampoco... Pero Claudio si.
A Claudio le dolió en el alma, pero le regaló sus estacas (como él le decía a sus clavas) alemanas, que aún hoy las sigue extrañando con todo...
El mismo me dijo, que tuvo que desapegarse de esas cosas, y seguir. Así como hizo con las clavas, hizo con muchas cosas de su vida... Y al final ahí, me di cuenta de todo eso que significa el desapego, de las cosas y de las personas, el no estar apegado a cosas que nos estanquen, ya sea relaciones interpersonales, o mismo, con objetos, que nos recuerden a cosas pasadas, que nos lleven constantemente a un pasado, quizás doloroso, quizás no.
En Cachi me olvidé una remera, re linda, me sentí mal por dejar algo mío justamente en el lugar donde para mí, la dueña era una bruja. Ya fue. Olvidate!! Qué cosas más tontas!
No sé. De eso vas a encontrar mucho. Yo elijo recordar muchas cosas. De las que no, llegué a casa y tiré todo.
El resto lo tiré allá.