martes, 29 de julio de 2008

El 42 y la negra candombera

Punto uno: El domingo comprobé que tengo una gran intolerancia a los engendros de mi misma especie.

Punto dos: Recordé que en los cumpleaños de la primaria, sufría demasiado, ¡mucho!. El dilema era en torno a la piñata. Estaba totalmente condicionada mi tranquilidad por si la piñata era de tipo globo para explotar o forma de cono con algún muñeco dibujado para tirar el piolín-nunca dije piolín, era necesario a esta altura de mi vida-. Eso fue porque hablando con zombie nos acordábamos de reuniones de nuestra infancia que no eran agradables para nosotras. La cuestión es que odiaba los globos y me daba pánico cuando explotaban. Peor cuando los nenes malos lo hacían a propósito todos juntos. Todavía sigo odiando los globos, un poco de miedo me dan. Jajaj. Pero ya me da gracia.

Punto tres: Creo que los tacheros en los tres con ochenta están incluyendo el cobro de sus charlas insufribles. No pueden callarse. Mis respuestas son: "mm", "mm"... "ja...". Y no los tomo por lujo, es cuando no llego al laburo. Cuando hace unos días andaban molestando en Plaza Italia el colectivo me dejó muy lejos y perdí la combi que me lleva al laburo, por ende tomé un taxy que además de salirme una fortuna por tener que dar una gran vuelta, fue la peor "conversación" de los viajes en taxy. Un zarpado, obseno.

Punto cuatro: Odio que cuando alguien se sube al bondi después que yo, se siente primero por posarse en frente del que primero se va a bajar. (Cada viajero elige posarse sobre el asiento único de un pasajero adueñándose de ese asiento hasta que el sentado se pare.)

Punto cinco: El punto uno se desarrolló en un colectivo. 141.

Punto seis: Recuerdo cuando mi gran carpeta amarilla de la materia Dibujo de CBC viajó en la ventanilla del chofer del 42 hasta Ciudad, triunfante, después de un año de llantos porque el tablero me odiaba, a que le pongan nota. Ese chofer fue un grande.

Punto siete: Mi número-chistes no, por favor, jojojo- En salita de tres en el Despertar, en Caballito, iba a la salita amarilla, algo que me horrorizaba. Era el color más horrendo. Yo quería la azul. Como todo lo que elegía. Después en jardín se hizo un grupo azul para los nenes y otro rojo para las nenas, en un juego, no me dejaban elegir el azul.
Por cierto, en Despertar nos preguntaban siempre cuando llegábamos qué habíamos comido. Un nene siempre comía "fidedos". Todos los días.

Punto ocho: Y el más triste. Siempre eligiendo el color azul, en jardín o preescolar, en los actos estaban las damas antiguas y las negritas candomberas. Las damas antiguas me producían cierta curiosidad sólamente para saber cómo hacían para que esos vestidos tan lindos queden inflados todo el tiempo. Pero al momento de darme a elegir qué personaje quería ser, yo quería ser una negrita pintada con corcho. La maestra no me dejó de insistir para ser dama antigua, preguntándome si estaba segura de querer hacer ese papel. No desistí. Lo triste es que el día del acto tenía fiebre y sufrí porque quería actuar.

Punto nueve: No sé qué tienen que ver los medios de transporte con las negras candomberas.


Un psicoanalista por favor.

miércoles, 23 de julio de 2008

Lo que viene, lo que viene

Se viene un nuevo blog, donde la gracia ya no será leer, será ver.
Ver imágenes en movimiento con un poco de música.
Un poco de música pegada a esas imágenes.
Planos, planos, planos, colores, brillos y curiosidades del mundo videístico, inventado por mí. Jiji.



Muy pronto.

Por.... Una-silvina-como-vos.

miércoles, 16 de julio de 2008

Poneme la novela

-¿¿¿Qué significa todo ésto???
-Ernesta, pará, yo te lo puedo explicar, no es lo que parece.


Los protagonistas no aprenden más, ¿no entienden que detrás de cada puerta los espera un engaño de su cónyuge con la mala?

¿no saben que el amor de su vida en verdad es su hermano?

¿no saben que al final quien pensaban que era su hermano al final no lo es y en realidad ella era la adoptada y ahí su vida pasará por la angustia de reconocer a sus padres y aborrecer a los falsos y la alegría porque podrá cometer ese acto antes incestuoso?

¿no saben que la sirvienta es la buchona de la patrona adinerada?

¿no saben que en cuanto crean ser felices nuevamente ocurrirá la tragedia menos esperada?

¿no saben que rodarán por escaleras y perderán un sorpresivo embarazo?

¿no saben que luego de rodar por las escaleras atravesarán una etapa de rehabilitación a la que se negarán, para sacar a su cuerpo moribundo de la silla de ruedas?

Todavía no entiendo cómo insisten en tener casas con escaleras para ser empujados por ellas por un villano que justamente vive en la misma casa con escaleras y puertas donde se escucha todo y siempre queda un poquito abierto para enterarse de que no son hijos de quien creen.


_¿Qué es lo que no me puedo enterar?
_!!!!




(vamos a un corte).

viernes, 4 de julio de 2008

La cartera

Oh, la cartera, la cartera...
En este caso no es de clientes, no, no. Lejos estoy de eso.
Sin embargo, suelo preguntar a los muchachos cómo hacen para salir a la calle sin necesidad de algo similar a la cartera de una mujer, ¡todos los días!.

Creo que para una mujer es totalmente necesario. Y para un hombre, no entiendo por qué no.
Pero ojo; hay distintos tipos de hombres, y para ello, haré una breve calificación según la distribución de sus objetos personales en los distintos bolsillos de sus harapos.

Macho común: Estos hombres son los típicos argentinos, que suelen juntarse a jugar a la pelota con los amigos y únicamente llevan un bolsito para cambiarse de ropa en dicho partido o gimnasio. Los mismos son personas que cuando quieren se ponen muy lindos y cuando no, son demasiado crotos. Pero no dejan de ser lindos.
Distribución de los objetos: En la vida cotidiana, llevan las llaves en el bolsillo izquierdo de su jean, su billetera con documentos y dinero en el bolsillo trasero del trasero jaja, monedas innecesarias en el bolsillo derecho de la parte delantera, y finalmente algún objeto accesorio en el bolsillo restante (el derecho del trasero). Muchos de ellos suelen prescindir del celular. ¡Alelujah!.

Tipo cool: El mismo corresponde al tipo cheto, concheto o moderno, o como se le diga a los especímenes que viven pendientes de su imagen, y que lindan con lo metrosexual y/o lo gay.
Ojo, no son extremadamente lo anterior, porque intentan disimularlo un poco. Pero en su mundo imaginario sueñan con ser considerados "Dandys", algo que jamás llegarán a ser porque no les da el cuero-de ningún tipo, ni económico ni la facha-. Pero se las rebuscan. Algunos especímenes son bellos, pero al estar camuflados por ciertas marcas de ropa, perfumes y peinados, los mismos pierden su caracter natural y por ende, su brillo (?). Son personas inseguras de sí mismas y están pendientes de lo que se piense sobre ellos acerca de su belleza.
Distribución de los objetos: Similar al del macho común, dado que el tipo cool es una consecuencia un poco triste del primero. Puede adjuntarse un celular último modelo a su bolsillo delantero derecho.

Pseudo-cineasta: El claro ejemplo del hombre que incorpora la visión de todos los géneros, llámese femenino, masculino y travestismo, es este. El pseudo-cineasta lleva a donde quiera que vaya, un bolsito cruzado, rectangular, oscuro-puede ser marrón o negro- y nadie sabrá en la vida qué llevan estos especímenes ahí dentro.
Sin embargo, puedo suponer que llevan un cuadernito, un celular y el estuche de sus anteojos cuadrados negros. Nada más. Y supongo esto, ya que a simple vista, no necesitan peinarse, y no están pendientes de su imagen hasta tanto logren el look cineasta.
Distribución de los objetos: Nulo. Llevan los tres objetos anteriores en su bolsito de pseudo-cineasta. Pero como en un principio aclaré que nunca se sabrá a ciencia cierta lo que llevan en su bolso cuando van hasta al baño, sunpondremos que puede llevar lo que un hombre, mujer o travesti llevaría en su cartera.

No vamos a extendernos con lo que un travesti lleva, porque sería una conjunción de los dos géneros originales. Pero es ahora donde voy a detallar lo que lleva una mina, y se podrá apreciar el abismo que hay entre H y M, o M y H.-hombre y mujer o macho y hembra-.



Una silvina como vos: Salir sin un objeto contenedor de otros objetos a cualquier lugar de la ciudad sería como lanzarse a vivir en medio de la selva, sin provisiones, exponiéndose a las catastróficas consecuencias que traen los infortunios de la vida cotidiana.
Entonces, sin los siguientes objetos una silvina común no podría vivir:

  1. Llaves-imposible dejarlas en un bolsillo, el cual debe ser exclusivo para mis manos frías-.
  2. Billetera-de gran tamaño, con tarjetas, dinero, papeles, monedas si es que las hay, y basura.-
  3. Carilinas-atravesar una crisis alérgica en el colectivo desencadenaría catástrofes y son indispensables para cuando se va al baño público-
  4. Compartimento especial de elementos femeninos-estuche de lentes de contacto, líquidos, algunos maquillajes para zafar, salvadores de percances femeninos, y demás cosas accesorias-.
  5. Compartimento especial de documentos-DNI, y tarjetas de comida y entrada al trabajo-.
  6. Cámara digital-uno nunca sabe cuando está por presenciar algo fantástico-.
  7. Estuche de anteojos- reemplazables de los lentes de contacto-.
  8. Cartuchera- y demás elementos coloridos-.
  9. Agenda-para fingir que uno se organiza-.
  10. Cuadernito- para que no se escapen las ideas y anotar cosas importantes de la facultad-.
  11. Celular-para saber qué hora es, el tema mensaje y llamadas me tienen sin cuidado, pero si ando por la calle sin celular llego más tarde todavía-.
  12. Fotocopias o libro-para no sufrir de la abstinencia visual en los viajes en bondi-.
  13. MP3-en el caso de olvidar el punto anterior-.
  14. Chicles-uno nunca sabe de dónde sale de comer y a dónde tiene que ir-.
  15. Compartimento especial de armas-ametralladoras, bombas de estruendo y balas de repuesto para todo aquel que se interponga en la calle-

Y bueno alguna que otra cosa más, pero esas son las básicas. A veces los objetos varían de acuerdo a dónde hay que dirigirse, pero es así, macho, no puedo concebir estas grandes diferencias entre un hombre y una mujer. Qué terrible, creo que iré a revolcarme por los suelos, agarrándome la cabellera, y preguntándome el por qué de esta situación. Creo que nunca lo sabremos, queridos amigos. Creo que no.